lunes, 11 de julio de 2011


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viernes, 24 de junio de 2011

La primera vez de mi hijita

La desgracia cayó sobre nuestras cabezas inesperadamente: Mi mujer conoció en un recital a la baterista de una banda de rock inglesa y nos abandonó, a nuestra hijita de doce años y a mí, sin dudarlo un segundo, sólo dijo: Ahora sé lo que es el verdadero amor e hizo su valija y se fue sin prestar atención al desgarrador llanto de nuestra niña ni a mis invocaciones a sus responsabilidades de madre.
A los treinta y cuatro años mi vida estaba destruida y no pensaba más que en dedicar todo mi tiempo a mi hijita e intenté ser padre y madre al mismo tiempo con resultados diversos. Por ejemplo: Una noche me despertó llorando aterrada y mostrándome una mano manchada de sangre gritó: “¡Me sale sangre! ¡Papá! ¡Me sale sangre!” Era lo único que me faltaba, mi niña tenía su menarca. Desperté a mi madre que por teléfono me indicó como hacer un apósito con algodón y me dio instrucciones. Llevé a la niña al baño tranquilizándola y la hice lavarse mientras armaba el apósito y le expliqué cómo mantenerlo en su sitio con la bombacha.
A lo que no pude rehusarme fue a que quisiese dormir conmigo. Se durmió abrazada a mí, como buscando refugio y amparo, pero su olor me trastornó. De pronto recordé a mi mujer en esos días femeninos y no pude evitar excitarme, no existe nada más afrodisíaco que el olor de una mujer en su período. Por la mañana mi madre vino a casa con apósitos y analgésicos y tuvo con ella una larga charla a solas de la que ambas salieron aliviadas. Mi madre quiso llevarla a su casa por el tiempo que durase la indisposición, pero la pequeña se negó rotundamente: “Yo no voy a abandonar a mi papá como hizo mi mamá” Dijo con rabia.
Los meses fueron pasando y poco a poco nos fuimos acostumbrando a la ausencia de mi mujer de la que no volvimos a tener ninguna noticia, parecía que la pasión le duraba. La niña se transformó en una bellísima jovencita y a los catorce se parecía notablemente a su madre: Alta, delgada, elegante, refinada y muy rubia y con ojos color miel y una figura con incipientes formas femeninas que pre anunciaban que pronto se transformaría en una impresionante mujer, a veces me quedaba mirándola asombrado de tanta belleza, pero una noche me demostró que aún era una niña a pesar de su cuerpo de mujer.
Me despertó en medio de la noche un grito desgarrador y salté de la cama y corrí a su habitación. La encontré acurrucada en un rincón con las rodillas pegadas a su barbilla y sus brazos apretando las piernas contra su cuerpo. Estaba aterrada y tenía la mirada perdida y tuve que sacudirla para hacerla reaccionar y que me cuente que le pasaba: “Un señor horrible me quería hacer cosas feas” Dijo confirmándome que había tenido una pesadilla. La calmé con mucho esfuerzo y la llevé nuevamente a su cama e intenté convencerla que ya había pasado y que dormiría tranquila, pero me respondió: “¡Ni loca duermo sola! Llevame a tu cama” Refutó mis argumentos con fiereza y no me quedó más remedio que permitirle dormir conmigo “Sólo por esta noche” Aclaré.
Me percaté en ese momento que solo vestía el pantalón corto de mi pijama y que ella tenía un camisón corto de verano muy transparente, tanto que se notaba claramente que dormía sin bombacha, como su madre. Tragué saliva, el cuerpo semidesnudo de mi hijita era inquietante, pero su inocencia era tan grande que no notó mi turbación por la inesperada situación y decidí hacer de tripas corazón y afrontar lo que quedaba de la noche, en mi cama y con mi hija.
No fue nada fácil y desde el comienzo. Se metió en la cama muy pegada a mí y el camisón se le levantó casi hasta las caderas y sentí la piel tibia de sus largas piernas rozarse con las mías. Me cruzó el brazo sobre el pecho y apoyó su cara en él en tanto le pasaba el brazo por debajo de los hombros y apoyaba mi mano en su cintura, ella cruzó su pierna sobre las mías y quedé atrapado, así no iba a poder dormir de ninguna manera, pero ella no pareció darse cuenta.
Se durmió en minutos, pero yo no sólo no dormía sino que me debatía entre la responsabilidad de mi paternidad y la inquietante tentación que me producía tener entre mis brazos a una adolescente deslumbrante, finalmente me dormí.
Me desperté ya de madrugada porque sentía algo extraño, pero agradable y comencé a tomar conciencia lentamente de que se trataba, tenía mi habitual erección matinal y mi niña tenía apretado en su puño mi glande a través del pantalón pijama, me estremecí. Para peor me daba cuenta que durante la noche mi mano había bajado de su cintura y estaba hundida entre sus nalguitas desnudas y sentí, moviendo levemente los dedos, el pequeño orificio anal bajo las yemas, comencé a transpirar frio.
No me atrevía moverme esperando que ella aflojase el puño y liberase mi verga y tampoco me atrevía a soltarle las nalguitas por miedo a despertarla, fue entonces que dijo: “¿Estás despierto papi? Tragué saliva y respondí: “Si… si.” Era una situación de difícil resolución ¿Cómo saldría de ella y cuáles serían las consecuencias? No podía ni imaginarme, pero comencé a darme cuenta que ella sí tenía una idea y que podía ser muy distinta a la mía cuando comenzó a acariciarme el glande sin soltarlo.
Lo apretaba y aflojaba la manita, deslizaba la palma por la cabeza y la rodeaba y volvía a apretar. “Basta, por favor” Atiné a decir. “¿Por qué?” Pregunto con inocencia (o con maldad) “Porque soy tu padre y vos mi hija” Dije y me contestó con una risa que me dolió más que un insulto. “Papi… no seas antiguo” Respondió. Intenté ponerme firme y dije con tono severo: “No me hagas enojar y compórtate” Volvió a reír y preguntó: “¿Y vos por qué no me soltás? ¡Touché!
No tuve que hacerlo, ella se arrodilló en la cama liberando mi glande y retirándose de mi mano se quitó el camisón que voló sobre su cabeza y se mostró ante mi completamente desnuda en la claridad plateada del amanacer, tragué saliva. “¿Te gusto?” “Claro que no, sos mi hija y no podés gustarme aunque piense que eres una jovencita muy bella “. Se rió: “Papi… ¡Qué divino que sos! Tan, tan formal…” Me hizo sentir muy ridículo, parecía que mi hija me dominaba a su entera voluntad. “Y decime papi… ¿Por qué si no te gusto tenés esto tan duro?” Dijo señalando mi miembro y, sin que pudiera evitarlo, tomó el pantalón por la cintura y lo bajó de golpe haciendo que mi durísima verga saltase como un resorte lo que le provocó una gran carcajada.
La atrapó antes que dejase de balancearse y dejando de reír pidió: “Dámela” “No” Respondí luchando contra la terrible tentación que me embargaba. Repitió: “Dámela” “No” Repetí. “Si no me la das la tomo sola” Dijo con determinación haciéndome sudar frío. “Te dije que no” Intenté defenderme sabiendo que estaba perdiendo la batalla. “No digas que no te avisé” Dijo y se colocó a horcajadas sobre mi cuerpo al tiempo que llevaba el glande a su entrepierna. Quedé paralizado y no atiné a defenderme, sólo la observaba con curiosidad.
Se acomodó el glande entre los labios calientes y húmedos de su pequeña vagina y luego, soltándome la verga, me miró un instante a los ojos muy seriamente mientras permanecía suspendida en el aire apoyada en la cabeza de mi miembro, después se dejó caer sentada y se auto desvirgó de una sola estocada.
“¡Ayyyyyyyyyy! Gritó. Y se echó sobre mi pecho, aferrándose con sus manitas a mis hombros, mientras sentía como mi glande desgarraba el delicado himen y se hundía separando las estrechas paredes virginales de su pequeña conchita. Empezó a sacudirse arrasada por las convulsiones de un tremendo orgasmo mientras clavaba sus uñas en mis hombros y yo, ya definitivamente vencido, le atrapaba las nalguitas y la apretaba contra mi cuerpo hundiéndole el glande casi hasta el mismo útero al tiempo que eyaculaba como un semental.
¡Ayyyyyyyyyyy! Volvió a gritar asustada por las violentas pulsiones de mi miembro al eyacular y por sentirse inundada por el semen caliente que brotaba inagotable de mi poronga, más de dos años de abstinencia se desagotaban inconteniblemente dentro de la pequeña conchita desflorada de mi pequeña hija. La besé en la boca por primera vez y mi lengua la llenó con su tamaño y ella la chupó y la mordió suavemente mientras aún los últimos ramalazos del orgasmo la sacudían y yo sentía las contracciones de las paredes vaginales que parecían intentar ordeñar hasta la última gota de semen.
Temblaba entre mis brazos mientras la acariciaba y la llenaba de besos y ella mojaba mi pecho con su saliva y su aliento caliente entibiaba mi piel, finalmente dijo: “Papi ¡Qué lindo! ¡Qué lindo! ¡Es divino! Quiero más.” “Si pequeña, es divino y yo te voy a dar todo lo que quieras, pero ahora déjame reponer un minuto, sólo un minuto” “¿Por qué tenemos que esperar?” Preguntó inocentemente, pero no sería necesario esperar ni siquiera un minuto porque sentía que mi verga se volvía a endurecer.
La volqué en la cama y la puse boca arriba, quería gozarla mirando su bello cuerpo. Apoyé sus piernas en mis hombros mientras ella me miraba hacer con curiosidad y le acomodé la cabeza de mi pija entre los labios empapados de flujos y semen. Apenas empujé entró con absoluta facilidad aunque mi niñita volvió a gritar, pero ya casi no le dolía la penetración y, mientras me miraba confiada, empecé a moverme lentamente mientras ella se retorcía de placer y gemía y jadeaba hasta que abriendo muy grandes los ojos gritó “¡Papi! Y empezó a sacudirse del goce.
Después le enseñé el estilo perrito y luego a cabalgar y después de costado y yo por atrás hasta que escuché algo que pensé que no diría: “Basta papi, no puedo más” Me sentí un súper hombre, había logrado cansar a una adolescente. Le dije: “Está bien, has comido con apetito y te mereces el postre” “¿Postre papi?” “Si mi amor, papi te va a dar un postre muy rico por ser una niñita tan buena” Y poniéndola entre mis piernas le dije: “Abre la boca mi amor y chupa que vas a tener un delicioso premio”
Chupó con entusiasmo, algo de desprolijidad y mucho ruido: Chup. Chup. Chup.” Cuando supe que estaba por eyacular le dije: “Toma todo, pequeña, hasta la última gota” Y mi niñita obediente se tomó toda la leche caliente que le inundó la boca. Luego se relamió como un gatito y pidió: “Papi ¿Puedo tomar más postre?” “No, niñita golosa, sólo uno” “Está bien papito ¿Me abrazás que tengo sueñito?” Cómo no iba a abrazarla. Se durmió con la carita de felicidad más grande que le había visto y yo me sentí feliz como nunca.

Rosita signo de Libra chupadora

Hola, siempre me hn gustado los relatos, y voy a tratar de escribir algunos, me llamo Rosa tengo 28 años.
Bueno esto paso cuando yo tenia 8 años... mi hermano tenia 15 y una hermanita de 5 años.
Mis padres trabajaban y despues de la escula mi hermano nos cuidaba. Claro cuando estabamos solos empesabamos a hacer diabluritas y travesuras, en especial mi hermano. el siempre me mostraba fotos y revistas que traia de su amigos,, eran fotos porno, sexo, me las mostraba y yo me ponia rojita, claro sentia algo ... mucha curiosidad. el me decia que eso del sexo era algo muy rico pero que no tenia que decirle a nadie que el tenia esas fotos.. uno de esos dias el estaba en la ducha bañandose y me llama : Rosita ven para que ayudes y cuando abro la puerta lo consigo mojado y las manos jabonosas ... masturbandose, tenia el guevo/verga entre sus manos y se estaba dando.. yo quede loca, ahi parada frente a el. y me dijo cierra la puerta tonta que tengo frio.
La cerre.... creo que debi haber salido corriendo.. pero mequede.. es mas camine hacia el y le dije que quieres.. como te ayudo.
Me dijo :Tocala.. muevela.. que eso es rico. claro yo como loca.... lo hice jajaja... le agarre la verga, la tenia calinete y dura. entre jabon y agua lo masturbe.. se sentia como resbalaba mi mano sobre la cabeza de su cosay el tronco. El estaba como loco . diciendome de lo rico que era tocarsela .. masturbarlo.. hasta que se puso tieso y gemia como loco... y le salieron los chorros liquido blanco de su guevo... ese liquido caliente se mezclo con el jabon en mis manos.
Me lave las manos y sali.... Cuando el salio del baño entro a mi cuarto con su shor y se sento en la cama, mi hermanita estaba dormida y el me dijo que era muy rico como yo le toque el guevo ... yo en todo ese tiempo estuve muy rara... EXITADA... y le empese a preguntar sobre su guevo .. y esas cosas... ahi el se paro, se bajo el shor y saco su guevo, estaba flacido.. dormidito.. me agarro la mano y la puso sobre su guevo, claro yo se lo agarre y se lo movia.. el me dicia que era lo que pasaba... y como era que tenia que moverlo.. hasta que se le paro el guevo y me llevo a su cuarto.
En su cuarto me saco las revistas.. y me las mostro.
Me dijo que a los guevos hay que besarlos ... mamarlos... chuparlos... y yo ... le dijo NO. que eso era muy cochino y en eso el me jalo me sento entre sus piernas y me dijo que me iba a regalar plata y caramelos.. que mirara las fotos porque todas maman y chupan guevo... que era algo rico ... y claro con la platica y los caramelitos jajajaja todo se hace mas rico.
le agarre el guevo lo bese... el me miraba y ponia su cara de loco y rediculo jajajaja y me decia RICO... me decia como hacerlo .. como le gustaba... y yo muy obediente le segui sus palabras, se la bese, le pasaba la lengua por la cabeza del guevo y el tronco , me ti la cabeza del guevo en mi boca y la chupe.. el se paro.. y me dijo SIIIiii rico ... metela mas en tu boca Rosita... yo segui mamandole la verga.. y el se iba poniendo mas intenso diiciendo cosas que yo no entendia... me agarro la cabeza y me jalo... metio ese guevo en toda mi boca, yo no guante y casi vomito. y le dijo NO asi NO... eso no me gusta.. trate de alejarme pero el me jalo el caebllo y me dijo que sigiera mamando... porque solo falta ba un poco, y me pego a su guevo en mi cara, yo otra vez abri mi boca y meti su guevo y volvi a mamar otra vez.. no solto mi cabello.. y me jalaba.. yo segui ahi mamando y chupando hasta que la saco y empezo a gemir como loco.. estaba acabando, los tacos de lechita salian de su guevo y pegaban con mi cara y ropa..

El se paro y me dijo que soy muy buena... que lo hacia muy bien, pero que no deberia de soltarla que no deberia de dejar de mamar cuando se esta exitado.

Se vistio... salio .. y me trajo caramelos y me dijo que me daria plata cuando el tenga y cuando yo lo haga mejor, es decir cuando yo mame su guevo mejor.. yo me fui a mi cuarto y quede pensando en todo lo que paso,, saben les dire un secretico : algo pasaba en tre mis piernas... YO ESTABA EXITADA.. por mamar guevo, el guevo de mi hermano.

Esa fue la primer vez que mamo guevo, el guevo de mi hermano... desde ese dia soy adicta a mamar .. a chupar guevo.. me encanta hacer que acaben mientras yo mamo .. me encanta..

En los proximos les contare cosas que habian pasado antes.... y despues de esa vez.. Solo espero que les haya gustado.. porfa, su quieren comentar sobre eso e enviarme relatos haganlo me gustaria mucho compartir con ustedes esas experiencias...

Rosa Libra
librarosita@hotmail.com

jueves, 23 de junio de 2011

con mi prima de 9 años

hola soy jose tengo 17 años les contare mi hirtoria con mi prima de 8 años
un domingo nos fuimos a la caa de mi tis porq era el cumple de mi primo ahi estuve dos horas y luego me volivi pa mi casa pero le dije ami tia si mi prima me podia acompañar y ella acsedio.
llegamos a mi casa y prendi la tv (anteriorment mi prima me havia preguntado si yo tenia pelicula para adulto no se porq lo hiso y le dije q no),,, volviendo altema ahora yo le pregunte a ella si qria ver palicula para adulto y ella dijo q si,, asi q yo empese a poner un disco al dvd y a ella la notaba un poco ansiosa y cuando salio la imagen de la pelicula no era la pelicula para adulto sino una cualquiera . y ella me dijo mentiroso no tenes y yole respondi tengo y t muestro si no le desis a nadie a nadie y ella dijo q si bueno empese a poner la peli y saliop la imagen y estabamos viendo y lr pregunt le gustaba ver eso y me respondio q nunca habia visto solo habia escuchado
luego cm yo estaba exitado y solo cn alla le pregunta si qria hacer lo mismo de la peli y ella dijop q no yo insistia e insistia hastaq la convensi uhhh eso me calento nunca pense q dijiese q si. ellla se saco su vestido qdando solo sn su calsoncito yle dije q me lo chupara ella no quiso pero despues se animo fue rico esa voquita uh.... desdues le vaj su calsoncito y le empese a tocar su vaginita fue rico y seguiamos viendo la peli hasta q llego el momoento donde el hombre la penetraba ala pelada y le dije a mi prima q le haria lo mismo y ella dijo me vadoler no yo le decia te voy ha meter despacio y ella acepto
yo no sabia q ponerle a rlla para q no le doliera asi q le unt aceite para niños en el culo y se lo fui metiendo poco a poco yo ertaba cm loco era la primera vez q hacia esto con una niña y peor era mi prima asi q yo segui y se lo neti todo asi estube unos ninutos dentro de ella despues empese cn el mete y seca lentament a ella le dolia un poco pero le decia q aguant y se lo saq
despues qria metercelo por su vaginitauh rico sin pelo suavecito ah..rico igual le unt aceit y se la meti fue asombroso penetrar la vajinita de mi prima ahi fue donde le dolio un poco mas hasta estaba llorando ella y yo solo le besaba q se calmara q le va a pasar el dolor asi segui hasta q ya ne venia y termine dentro de ella fue lo mejor q he sentido esa ves luego nos fuimos a la ducha a bañarnos y le limpie todo yo igual me la quise coger de nuevo pero no ells estaba un poco adolorida y haci termino mi historia espero q les haya gusta si tienen fotos o video de niñas de 5 pa adelante pasenmelas ok haci entercambiamos mi correo es jose-93-2011@hotmail.com espero me agreguen espero sus fotos y videos

lunes, 13 de junio de 2011

El incesto en el Perú es tan alto que se hace necesario una Campaña pública para prevenirlo

Es fundamental que los padres reconozcan que por nuestra naturaleza animal somos incestuosos potenciales y que sólo la reflexiòn asi como conocimiento y ciontrol d nuestros impulsos nos hace humanos.
No se nace persona. Nos hacemos personas cuando controlamos nuestros impulsos.
En el Perù, el incesto se facilita por diversos factores:
-La violencia transgeneracional donde los padres creen que tienen el derecho de maltratar a sus hijos como si fueran de su propiedad y donde justifican sus desbordes con el mito de que el castigo educa.
- La frustraciòn y deseperanza de sectores excluidos hacen muy dificil la sublimacion de impulsos destructivos, por la intensidad de estas emociones.
-Los modelos de violencia institucioonal.
-El desconocimiento por parte de la poblacion de que la humanidad se adquiere en la medida que conocemos y controlamos los impulsos de nuestra naturaleza animal que todos poseemos.
Es importamnte señalar que la mayorìa de madres hacen mecanismos de negaciòn frente al incesto de los hijos debido al temor inconsciente  a la soledad y en otrpos casos porque ellas tambien sufruieron incesto.
El incesto y el abuso sexual de menores posee algo en comùn: la falta de control de impulsos y la  agresiòn a  menores a los que se siente fràgiles emocionalmente debido al maltrato familiar.
Serìa importante concientizar a la poblaciòn para que haga sus denuncias públicas y si no se atrevieran a denunciar ante un grupo de familiares.; esto debe hacerse porque habràn otras v+ìctimas tales como mietos, sobrinos, menores en general

Mi primo, mi cliente... Y el mejor polvo

Lo que voy a narrar es real. Quiero compartirlo porque sé que a muchos puede excitar, aunque también quiero desahogarme. Llevo un año sin trabajar como acompañante. Hace un tiempo, a través de mi trabajo, conocí a alguien muy especial que me convenció de salirme de ese mundo.
Lo cierto es que trabajé durante dos años dama de compañía, y cuando llevaba 5 meses en el oficio, recibí una llamada de un cliente, tal como cualquier otro. Me dijo que me había contactado a través de la web. En la página, aparecía una foto mía muy sexy de espaldas, en la que difícilmente alguien daría con mi identidad. Quedamos de vernos a los dos días, es decir un lunes. Según su tono de voz, pude inferir que era joven, o al menos eso parecía. Acordamos que él vendría a mi apartamento,le di las indicaciones para llegar. Muchos hombres consideran que es una ventaja el hecho de no tener que pagar un hotel o conseguir un sitio.
Ese lunes me levanté, hice mis labores rutinarias (ir al gym, luego a clase de 2pm) y regresé a mi apartamento para prepararme y recibir a mi cliente. Me bañé, me depilé, me puse ropa interior negra muy transparente y un vestido strapless negro muy corto y muy ceñido. Ordené un poco y cuando eran las 8 pm, supuse que estaba por llegar. Así fue, 10 minutos más tarde sonó el citófono. Oprimí el interruptor para que la reja de abajo se abriera, mi apartamento no tenía portería. Minutos después tocaron a mi puerta, me apresuré a abrir sin pensarlo y... Fue en ese momento que me llevé la más increíble sorpresa. Quién iba a pensarlo, era nada más y nada menos que uno de mis primos, tenía 4 años más que yo que en ese entonces tenía 21. Era alto, delgado, de cabello negro liso hasta los hombros. Siempre usaba leñadoras y tenía un look muy descomplicado, barba de un par de días. Era vocalista de una banda de rock alternativo que tenía reconocimiento local.
 No pude disimular la sorpresa, aunque juro que por un segundo, llegué a pensar que él no tenía nada que ver con el cliente que había estado esperando y que simplemente había pasado a visitar... Pero era muy poco probable, no sabía dónde vivía y tampoco teníamos una relación de primos muy estrecha como para que fuera llegando a visitarme de sorpresa, y menos justo en el momento en que acabo de hacer pasar a un cliente. Lo saludé por inercia, me puse nerviosa y sólo pensaba “qué hago, qué hago, qué me invento”... él sí que menos pudo disimular su sorpresa, le tembló la voz al saludarme y llamarme por mi nombre real. Un momento después le hice pasar, le dije que se sentara. Yo mientras seguía pensando qué decirle y esperaba que él pudiera comenzar diciendo algo. Le ofrecí vino y no esperé a que aceptara, me paré a servirlo de inmediato.
Él seguía sin pronunciar palabra, lo cual me tenía más nerviosa. Le entregué la copa, la recibió. Me senté a su lado en el sofá y cuando estaba a punto de decirle cualquier tontería, me sorprendió diciendo: “estás preciosa”. Sonreí y me sentí un poco aliviada. Mil cosas se habían cruzado por mi mente, no sabía si explicarle por qué trabajaba en eso, si él iba a querer irse... en fin. Me tomé el vino rapidísimo. Me disponía a explicarle las razones que me habían llevado a ser una puta, pero en ese momento me dijo: “estaba pensando, y no tienes qué darme explicaciones. Sé que eres mi prima, pero aún así no veo de malo que estemos juntos hoy... Después de todo fui yo el que te buscó, y si estás de acuerdo, me gustaría tener sexo contigo.” Yo me sorprendí por sus palabras, que al mismo tiempo me reconfortaron. Había estado esperando que me dijera eso. La verdad, en ese preciso momento, me excitó la idea de estar con un miembro de mi familia. Pese a lo incómoda que podía resultar esa situación, estaba empezando a sentirme mucho más a gusto.
dijo mi primo: “ Te confieso algo. Siempre me has parecido muy sexy, aunque nunca me imaginé la posibilidad de hacerlo contigo, sólo te veía como la prima más sensual de la familia, pero nada más”. Me causó gracia su comentario. Yo seguía muy nerviosa, pero cada vez más emocionada. Le dije que sí, que no habría nada de malo en hacerlo. Para el momento mi primo me estaba resultando muy atractivo, y mucho más la situación como tal. Nunca me esperé que algo así me ocurriera.
 Me acerqué lentamente hacia su lado, él me rodeó con su brazo. Aún no se terminaba su copa de vino, que sostenía con la otra mano. Bebió un sorbo, se acercó a mis labios y me trasladó el contenido del vino dentro de mi boca. De inmediato sentí un estremecimiento. De un trago se terminó el vino y puso la copa en una mesita. Empezó a acariciarme la pierna y me dijo que tenía piernas hermosas. Siguió besándome en la boca (cosa que muy poco acostumbro hacer con clientes) le correspondí con besos muy apasionados, y ya pude sentir la humedad en mi cuquita. Le mordí suavemente los labios y nuestras lenguas luchaban con mucha pasión. Empecé a besarle el cuello y luego a lamérselo. Él hizo lo mismo conmigo, mientras buscaba el cierre de mi vestido. Lo encontró y lo bajó, yo le acariciaba la espalda por debajo de su camisa. Quería prolongar el momento porque estaba muy excitada, como cumpliendo una fantasía que apenas acababa de imaginar.
Pronto mis tetas quedaron al descubierto, pues no tenía brassiere. Dijo: “mmmm, qué delicia, provoca mordisquear esos pezones rosaditos”... Sus palabras me excitaron, él me agarró las tetas con sus manos, jugueteó con ellas, le dio pellizcos a mis pezones. Me dijo que las tenía muy grandes, y se lanzó a chuparme el pezón. Eso me puso como loca y comencé a dar pequeños gemidos. Me encantó cuando pasó al otro pezón y lo mordió con suavidad, siempre me ha excitado mucho que me muerdan los pezones. Me dio besos por todas partes, terminó de bajarme el vestido. Hizo una exclamación al ver mi tanga transparente. Podía verse a través de la tela mi cuquita bien depilada. Esto le excitó mucho, se puso de pie y él solito se quitó toda la ropa. Quedó desnudo y me gustó lo que vi, un buen cuerpo, tonificado, y lo mejor: un pene grande como me gustan, rosado, ya casi completamente erecto. Sentí deseos de chupárselo y me acerqué, se lo acaricié un poco, comencé a masturbarlo despacio, lo miraba a los ojos, él me tocaba las tetas, hacía gestos de placer, le di un besito en el glande y luego lamí el tronco, aún no lo llevaba completamente a la boca. En ese momento, me gustaba pensar que se trataba de mi primo, sí, el mismo hijo de mi tío. Me excitaba muchísimo la idea de que fuera un familiar, de estar practicando incesto. Era algo que no sabía que podía excitarme hasta que lo viví. Me introduje su pene a la boca y comencé a chupar. Sentía cómo crecía y se endurecía. Se lo estaba succionando, cuando me detuvo. Me quitó la tanga y dijo: “qué rica la tienes, con labios carnuditos, rosadita, mmmm”... De inmediato se la acercó a la boca. Me dio besitos, empezó a lamerme y yo me quería morir de la excitación. Me acariciaba el clítoris con la nariz, mientras que daba lengüetazos en la entrada de mi vagina. Separaba mis pliegues con sus dedos, me succionaba, me chupaba, con su otra mano daba movimientos circulares en mi clítoris, me lamía de arriba hacia abajo, introducía con fuerza su lengua en mi cavidad, me apretaba con sus labios, luego me escupió y siguió chupándome, introdujo un dedo en mi vagina, luego dos, tres... Me follaba con los dedos, pasó a lamerme la zona del perineo, luego el ano, y regresaba a mi vagina que estaba ya demasiado mojada... En fin, muchas cosas. Les aseguro que el mejor sexo oral que me hayan dado. Me hizo venir delicioso, sentí las contracciones en mi vagina y la explosión en el cerebro. No me esperaba eso para nada. Sentía muchos deseos de ser penetrada así que le dije “métemelo”. Él entonces me dijo: “pónte en cuatro”. Le obedecí. Levanté el culo, él separó mis nalgas y me dio otra lamida en el ano. Gemí, él entonces introdujo un dedo en el ano, creería que el dedo meñique. Puso la cabeza de su pene en mi vagina y comenzó a frotarla, yo nada más quería que me lo metiera, mientras me concentraba en pensar que se trataba de mi primo. Empujó el pene despacio, lo sentí demasiado rico, se abría paso delicioso. Seguía con su dedo en mi ano, era una sensación increíble, me agarraba las nalgas con fuerza, me dio una palmada en una nalga. No había ni empezado a bombearme cuando se salió de mí, me dijo que lo cabalgara. Se sentó, yo me puse encima de él con una pierna a cada lado. Me agarró de la cintura y me chupaba las tetas. Me introduje su pene, ayudándome con una mano. Apenas fue en ese momento que me di cuenta de que no estábamos usando condón, tal era mi excitación que lo había omitido por completo, pero no estaba dispuesta a detenerme. Comencé a cabalgarlo como loca, quería venirme de nuevo, me tocaba el clítoris y daba sentones muy rápido, me movía de forma circular, ambos respirábamos fuertemente. Me pidió que me detuviera, me levantó y me acostó en el sofá. Me dijo que ya no iba a aguantar mucho más, que si lo dejaba venir adentro. Le dije que sí, que no estaba en mi momento de ovulación.Se puso sobre y empezó a penetrarme como loco, jadeando mucho, de inmediato me vine de nuevo, gemí y pegué un grito. Él seguía dándome, sentía que se iba a venir en cualquier momento, y así fue. Disparó su semen caliente dentro de mí, pude sentirlo. Dio varios empujones más. Yo estaba que no me lo podía creer, había sido delicioso, no podría arrepentirme. Sacó su pene y se dirigió directamente al baño, que le señalé con la mano. Yo me quedé ahí, tratando de asimilar lo que había acabado de ocurrir. Me follé a mi primo, y fue de los mejores polvos que haya tenido, y definitivamente el mejor con un “cliente”.
Esa noche me pagó, se fue y me dijo que le había encantado, que había quedado como loco, que quería volver a verme. La próxima vez no le cobré, y así lo hicimos unas 5 veces más, en las que hubo mucha variedad, sexo anal y juguetes.

sábado, 11 de junio de 2011

el soldado desconocido

Ardiente regalo de mi hija

Paola, mi hija y yo siempre hemos tenido una cercanía especial, quizá porque mi mujer trabaja en turnos puesto que es enfermera y por tanto Paola y yo pasamos muchos momentos a solas. Esta historia que les cuento sucedió realmente tal como se las relato ahora.
Habíamos planificado las vacaciones desde hacía meses. Ese verano del 2003 lo pasaríamos en El Quisco, una localidad costera cercana a Santiago de Chile. Una semana antes de partir a la playa, mi mujer nos avisó que no podría tomar sus vacaciones junto a nosotros, porque le habían pedido cambio de rotación por enfermedad de una colega. Nos molestamos mucho puesto que estaba todo preparado y pensábamos pasar 3 semanas geniales en una casa preciosa que habíamos alquilado. Decidimos que Paola y yo nos iríamos de todos modos y que mi mujer (Alicia) nos visitaría en sus 2 días libres.
Partimos un sábado por la mañana. Paola se puso una mini de mezclilla blanca muy cortita y un peto que dejaba la mitad de sus pechos al aire. Yo la miré desde lejos mientras ella acomodaba algunos bultos en el auto. Al empinarse dejaba apenas ver sus tangas blancas y unas nalgas espectaculares. Vaya como ha crecido mi hija pensé. El viaje fue rápido y normal aunque no puedo dejar de reconocer que mientras charlábamos miraba el escote de Paola de reojo, era más fuerte que yo y no podía evitarlo, tenía unos senos preciosos y grandes, ya era a sus 18 años, toda una mujer. Paola es una chica tierna y juguetona y tremendamente sensual. Tiene un cuerpo increíble (como su madre) y se sabe atractiva por eso juega con la coquetería incluso conmigo, aunque yo nunca la miré con ojos de hombre.
Cuando llegamos a la playa, Paola decidió darse una ducha después del viaje. Se fue a su habitación y dejó la puerta entreabierta. Yo podía ver desde el living como se quitaba la ropa. Al principio no puse demasiada atención, me senté en el sillón a beber una cerveza fría y a fumar un cigarrillo. Cuando se quitó el peto me quedé embobado mirándola. Tenía unas tetas preciosas. Blancas y duras y además ni muy grandes ni pequeñas, eran preciosas. La verdad es que no podía quitar los ojos de sus tetas y esos pezones rosados. Sentí como el pico se me empezaba a poner duro pero me encantaba mirarla.
Luego se quitó la falda y quedó sólo en calzones... llevaba puestos unos que se metían en ese maravilloso culo. Yo estaba caliente mirándola y poco a poco empecé a pensar en lo deliciosos que debía ser culeársela. Ella se puso una tolla pequeña tapando sus senos y salió en dirección al baño. Yo no podía dejar de pensar en sus tetas y su culo. Hacía mucho que no me sentía tan caliente. Fui a mi habitación y me hice una paja increíble pensando en Paola.
Decidimos salir a almorzar y bajar por la tarde a la playa. Nos fuimos en auto a recorrer y llegamos a Playas blancas. La costa es muy extensa ahí y decidimos ponernos en un sitio apartado de la gente. Paola se quitó la ropa y quedó en un diminuto bikini de color negro. La tanga se metía increíblemente en su culo y el sostén era diminuto, apenas tapaba sus pezones. Yo ya estaba caliente otra vez mientras ella jugueteaba y se reía. Me miró a los ojos y me dijo: ¿Te pasa algo papá?. Yo le respondí: No, estoy sólo un poco cansado del viaje. Instalamos el quitasol y tendimos las toallas. Paola decidió ponerse protector solar y yo le ofrecí ayuda. En realidad tenía deseos de tocar ese cuerpo joven tan atractivo. Yo sabía que Paola mantenía relaciones sexuales con su pololo puesto que ella misma me lo había contado y eso me ponía aún más caliente. Se tendió sobre su vientre y le solté el sostén para aplicarle el bronceador. Ella se dejó hacer y mis manos recorrieron su espalda y la zona de sus costillas y sus pechos. Yo sentí una bola en el estómago cuando roce esas tetas duras y creí percibir cierto placer en sus gestos.
Luego apliqué la crema sobre sus nalgas, ella se dio vuelta y me dijo que lo haría ella misma pero le dije que no, que yo podía hacerlo gustoso y que se relajara. Tenía el pico duro como nunca antes con la sensación de sus nalgas entre mis manos y recorrí sus piernas subiendo luego por la parte interna de éstas hasta llegar cerca de su vagina. Apenas la rocé intencionadamente con un dedo y ella emitió un leve quejido. La hice volverse y repetí el procedimiento por sus piernas aprovechando de rozar su vagina nuevamente y luego su vientre. Sin decirle nada le quité el sostén, ella se asustó y se tapó con las manos, pero le dije que no se preocupara que estábamos solos y que yo era su padre, que la había visto muchas veces. Cerró los ojos y me dejó aplicar el protector solar en esas tetas maravillosas. Paola estaba caliente, yo podía percibirlo por la forma en que respiraba y porque sus pezones se habían puesto duros con el roce de mis manos. Estuve más de lo necesario acariciando sus tetas pero ella se dejó tranquilamente tocar.
Luego, como si de un juego se tratase, se sentó y con una sonrisa me dijo: "Es mi turno". Hizo lo mismo extendiendo la crema por mi cara, pecho, brazos y piernas, pero luego deslizó su mano por debajo de mi traje de baño hasta alcanzar la parte más alta de mis muslos. Mi pico casi se salía de mi pantalón y ella lo notó... se sonrió pícara y me dijo: ¿Te pasa algo? Y yo la miré a los ojos y le contesté: Es que Paola, tu ya eres toda una mujer y además preciosa y uno siente cosas desde luego. Lanzó una pequeña risa de complicidad y coquetería y me dijo si me había excitado, le contesté que muchísimo y ella agregó sabes, yo también me excité.
Siguió aplicando la crema por debajo del traje de baño y de pronto sin decirme nada me cogió el pico y lo apretó. Yo me quejé profundamente y ella continuó haciéndolo. ¿Te gusta? Dijo ella, y yo le contesté: Sigue hija me gusta mucho. Ella me miró con cierta cara de condescendencia y sacó mi pico completamente al aire y si agregar palabra comenzó a chuparlo. La visión de Paola tomando mi pico erecto de esa manera y la humedad de su boca me tenían loco. Lo chupó mucho rato a su entero placer y paseaba su lengua por el glande. Después bajo hasta mis testículos y comenzó a chuparlos con una maestría que me sorprendió pero era maravilloso sentirla, volvió a metérserlo en la boca y comenzó a chuparlo rápidamente hasta que acabé increíblemente en su boca. No dejó que ni una gota se perdiera se lo tragó todo.
La tomé y la empecé a besar mezclando nuestras lenguas mientras mis manos acariciaban esas tetas hermosas. Se las empecé a chupar y a morder y ella se quejaba de placer. Bajé por su vientre apretado y le quité el calzón para hundir mi lengua en su choro joven. Era delicioso sentirla tan mojada. Le hundí mi lengua en su vagina mientras ella se agarraba fuerte de la toalla. Mi otra mano acariciaba su culo y con los dedos humedecidos le excitaba el ano. Paola era una caliente increíble en la cama. Sin darle pausa le metí el pico y ella se volvió loca. Culéame papá me decía culéame fuerte... tienes el pico tan rico. La di vuelta y la puse en cuatro patas y se lo metí violentamente eso le gustó mucho y me pidió que le pegara en las nalgas. Le empecé a dar palmadas muy fuertes mientras me la culeaba a placer se quejaba desesperadamente hasta que tuvimos el orgasmo más rico que jamás haya tenido.
Fue el polvo más espectacular que pueda describir. Desde entonces Paola y yo seguimos culeando cada vez que Alicia está de turno.

Por la puerta de atrás

Aquella misma tarde le dije a Jorge:
- ¿Jorge, vas a querer ponerme unos supositorios, cariño? - mi hijo se quedó un poco parado ante mis palabras.
- ¿Y eso mamá? ¿Te sientes mal? ¿Estas bien?
- Si hijo, no te preocupes, lo que pasa es que tengo una ligera infección en el recto y el médico me ha recetado unos supositorios pero como tengo el recto delicado me ha dicho que es preferible que antes me de un masaje en el ano, para que no me dañe al entrar.
- ¿Y quieres que te los ponga yo, mamá?.
- No hijo, sí lo digo porque tendrá que venir una enfermera hacérmelo, y he pensado que como tu tienes un curso de ATS, pues así nos ahorramos el que tenga que venir esa mujer, además, y sí fuese un enfermero, no sé, me da cosa que me toque el culo un tío que no conozco, por muy enfermero que sea, además tampoco es seguro que vengan a casa, igual tengo que desplazarme yo misma hasta el ambulatorio - le dije yo un poco haciéndome la victima.
- Tranquila mamá, que ya te los pongo yo mismo, ya te haré el masaje yo mismo sí hace falta
- Gracias cariño, eres un sol
- Mira mamá, voy a salir a la calle sí quieres compro unos guantes de látex para que no se te infecte nada mas, vale?
- Si cariño, por favor, quiero tener mucho cuidado con esto.
Así fue como Jorge se fue a la farmacia a por un paquete de guantes de látex para hacerme unos masajes en el culo, el plan estaba funcionando a las mil maravillas, no me lo podía creer. Tengo que decir que con solo imaginármelo ya me estaba poniendo cachonda y no tuve mas remedio que meterme en la ducha y masturbarme bajo un agua calentita. Aquella misma noche antes de acostarnos, le dije que me pusiera el primero, esperé a que Patricia se fuese primero a la cama y después invité a mi hijo a mi habitación, me duché por segunda vez, para estar totalmente limpia, no quería que mi hijo sacara su dedo de mi culo con alguna clase de mancha, me moriría del disgusto.
Cuando entró Jorge, yo ya estaba con mi camisón puesto, me bajé las bragas delante de el, pero de espaldas, dejando todo mi culo al aire, me subí a la cama y me puse de rodillas, con las bragas a la altura de las rodillas y el camisón levantado por la cintura, aupé mi trasero y empiné todo mi culo, estaba totalmente cachonda, estaba expuesta ante mi hijo, para mi no iba a ser un masaje, para mi iba a ser una masturbación anal y tenía pensado disfrutarla.
- Caramba Jorge, me da vergüenza que me veas así, con el culo al aire - le dije yo tímidamente.
- Tranquila mamá, no te preocupes, sabes una cosa, voy a traer de mi dormitorio un flexo para así verte mejor, no quiero hacerte ningún daño.
- Gracias cariño - le dije yo.
Mi hijo trajo de su cuarto un flexo y con la luz de mi dormitorio y el flexo apuntando a mi ano se puso un guante de látex y me colocó en la misma entrada de mi culo una pomada de vaselina para facilitar la entrada de su dedo y del supositorio. Mi hijo comenzó a repartir la pomada por todo mi ano, cosa que yo respondía con unos pequeños escalofríos voluntarios y movimientos de mi trasero.
- ¿Esta frío mamá, te molesta?
- No hijo, no, tu tranquilo, tu sigue, que lo haces muy bien.
Poco a poco Jorge fue apuntando la pomada hacía mi agujero pero sin meter ningún dedo dentro, yo consciente de lo que hacía y de mi extrema calentura abrí un poco mas las piernas, dejando mi coño un poco más levantado, a la vista de mi hijo. Entonces Jorge con una mano me separó los glúteos, yo con una mano le separé también el otro glúteo, en ese momento empiné mi culo un poco mas, mi coño también se abrió un poco, mi hijo tenía una panorámica estupenda de mis cuartos traseros, totalmente expuestos ante el. Jorge comenzó a introducirme un dedo en el ano, nada mas sentir como entraba me corrí con un estremecimiento muy notable que mi hijo no pasó por alto.
- ¿Estas bien mamá? ¿Te hago daño?
- No Jorge, cariño, sigue, sigue, me gusta mucho como lo haces.
Entonces mi hijo empujó un poco mas su dedo y consiguió meterlo hasta la mitad, fue ahí cuando solté un gemido y empujé mi trasero hacía la mano de mi hijo, como haciéndole entender que me metiera mas dedo.
- ¡Mamá!, ¿De verdad que no te molesta, seguro que no te duele esto?
- No hijo, sigue, sigue, hazme un masaje bien profundo, cariño.
Jorge siguió metiendo y sacando dedo y yo mientras cerraba mis músculos anales para atraparlo dentro, mis movimientos eran descarados, le seguía con mis caderas, me doblaba mientras mi hijo me hurgaba el culo con auténtica maestría.
- ¡Aaaahhhh... aahh... Jorge, cariñooooo!!!
- ¿Dime mamá, te duele?
- No corazón, no, me gusta mucho, lo haces muy bien, mi vida - le decía yo con la voz entrecortada, abriéndome mas de piernas y levantando el trasero a mas no poder.
Nos tiramos casi 10 minutos en aquella posición, estaba deseando que mi hijo se emocionara y que comenzara a meterme otro dedo, que me tocara el coño, que se sacara la polla, pero creo que eso era pedir demasiado, así que le pedí que me pusiera el supositorio. Jorge me lo metió suavemente acercando el flexo mas a mi ano, y cuando este estuvo bien adentro, me dijo:
- Ya esta mamá, ya lo tienes dentro, no te ha dolido, ¿verdad?
- Dolerme, cariño, pero sí no me enterado de nada, ha sido incluso placentero, mi vida, eres un buen enfermero, el mejor del mundo.
Diciendo aquello, mi hijo se quitaba el guante de látex y sin decir nada mas me propinó un par de besos en las nalgas, uno en cada una, unos besos muy sonoros.
- Y esto para que te cures pronto, hay que mimar este culo, mamá.
Jorge salió de la habitación riendo y con un impresionante paquete hinchado en su entrepierna, quedamos a que al día siguiente repetiríamos la operación.
Esa noche tras ir al lavabo y expulsar el supositorio por la vía más fácil, me masturbé como una loca sobre la cama, con el culo aún húmedo del dedo de mi hijo, Jorge también se masturbó, porque lo escuché ir al lavabo a los pocos minutos de haberse metido en la cama. A la mañana siguiente mi hijo me preguntó sí había sentido molestias en el ano, yo le respondí que todo lo contrario, que ahora lo tenía más tranquilo que nunca, entre bromas le dije:
- Sí al final vas a tener que darme masajes todas las noches, y sí no ya lo verás, hijo mío.
- Sí eso te hace feliz, mamá, yo te haré todo lo que me pidas.
Aquellas palabras me sonaron a que Jorge sabía lo que decía, eran palabras con una clara segunda intención, lo tenía todo preparado, aquella misma noche, iba a provocarlo mas aún, iba a disfrutar del todo con el masaje de mi hijo, iba a dejarle bien claro que era lo que necesitaba dentro de mi, además era viernes y posiblemente Patricia cenaría con unas amigas aquella misma noche. Solo de pensarlo me estaba poniendo cachondísima perdida, como deseaba la polla de Jorge, mas que nunca.
Solo pensaba en aquella mujer con la que me había escrito y me había aconsejado esto, me la imaginaba de rodillas sobre la cama y con el coño abierto a las manos de su hijo, me imaginaba como su hijo se sacaba la polla y comenzaba a penetrarla sin poder evitarlo, víctima de una súper excitación y también me la imaginaba gozando mientras su hijo le arremetía su preciosa polla hasta lo mas hondo de ella, sintiendo el placer, el inmenso placer que siente una madre al alcanzar un orgasmo tras otro con su hijo, es la cosa mas morbosa y mas emocionante que jamás pudiera haber imaginado ni experimentado. Amigas lectoras, no podéis ni imaginaros lo que puede llegar a sentir una mujer mientras su hijo la sodomiza, es algo increíble, he tenido relaciones via e-mails con algunas mujeres incestuosas y todas dicen lo mismo, que no hay nada como la penetración anal por parte de tu hijo, muchas madres no habían probado el sexo anal hasta que sus hijos las habían desvirgado. Intentar cerrar los músculos del recto mientras tu hijo eyacula dentro de ti es algo que no tiene precio, escuchar sus gemidos y escuchar como te llama “mamá” mientras se corre con convulsiones es algo maravilloso, lo aconsejo a todas las madres que tengas incesto con sus hijos, y las que estáis aún con dudas os aconsejo que hagáis lo que yo hago, provocar un encuentro que ningún hombre podría rechazar.
Llegó la noche y antes de que pudiera darme cuenta Patricia ya se había ido con sus amigas, cenamos Jorge y yo solos, viendo la televisión, cuando mi hijo me asombró con un comentario que me dejo fuera de sitio, no eran ni las diez de la noche cuando me dijo:
- Bueno mamá, vamos a por ese masaje ¿o no?
- Caramba Jorge, sí que tienes ganas de tocarme el culo, hijo, yo pensaba que hasta que no nos fuéramos a dormir no me pondría el supositorio.
Mientras le decía esto entre risas, mi hijo se estaba levantando del sofá e iba hacia el cuarto de baño, poco después sacó el bote de vaselina y los guantes de látex.
- Para que esperar mas, mamá, estamos solos, Patri no está y como tengo que ponértelo que más da ahora que más tarde.
Así que nos dirigimos a mi dormitorio y sin mas preámbulos me subí la bata de estar por casa hasta la cintura y me quité unas bragas blancas que tenía puestas, mi hijo me miraba como impaciente, con ojos de deseo, acto seguido me puse de rodillas sobre la cama y con la bata remangada en la cintura puse mi culo en pompa, totalmente ofrecido a Jorge.
- Nada hijo, aquí tienes mi culo, tócamelo a tu gusto, que estamos solos, intenta no hacerme daño, mi vida.
- Tranquila mamá, que no te haré ningún daño, al contrario, hoy te voy a dar un masaje mas largo y delicado que ayer.
Esa respuesta era mi oportunidad, así que sin ningún tipo de miramientos ni escrúpulos le respondí con total cara dura:
- Pues recuerda nene, que soy una mujer además de ser tu madre, y que no soy de piedra, no sea que me toques demasiado bien y no quiera separarme de ti en toda la noche.
- Eso es lo que voy a intentar mamá, tocarte tan bien que no me pidas nunca que lo deje.
La conversación estaba llegando demasiado lejos, estábamos diciéndonos las cosas muy claras y aquello tenía pinta de acabar como yo quería. Jorge le propinó dos besos a mis glúteos, y comenzó a repartir la crema de vaselina por todo mi ojete como el día anterior, yo me movía a su compás mientras comenzaba a penetrar su dedo dentro de mi, un grito por mi parte lo alarmó y me dijo:
- ¿Te hago daño, mamá, o es que te gusta demasiado?
- Cariño, mi niño, te he dicho que no soy de piedra, ¿tu que crees?, Sí me estás metiendo un dedo por un sitio en que nunca ha entrado nada.
- ¿Eres virgen mamá, eres virgen por aquí?.
- Si cariño, nunca he tenido sexo por aquí, ni con tu padre ni con nadie.
- Pues no lo sabía mamá.
- ¿Y tu Jorge?, Has tenido alguna relación con alguna chica por atrás.
- Tampoco mamá, nunca le he dado por el culo a ninguna chica, pero tengo unas ganas enormes de hacerlo con alguna.
Al decirme esto, me di la vuelta y observé que los ojos de mi hijo se clavaban en los míos, su paquete estaba a punto de reventar dentro del pantalón, así que le dije, sabiendo como acabaría la cosa:
- ¿Te gustaría estrenarte ahora mismo?, ¿Te gusta mi culo, te parece sexy?.
En ese momento mi hijo se bajó el pantalón y sacó su enorme herramienta de amar.
- Mira mamá como me tienes, a ti que te parece, estoy deseando cambiar ese dedo que te meto en el culo por esto, te deseo mucho mamá, deseo hacerte al amor, por delante y por detrás.
Yo estaba asombrada, mi hijo me estaba diciendo todo lo que yo quería oír para empezar a gozar, supongo que no tengo que contar nada más, solo que en ese preciso momento nos desvirgamos el uno al otro, mi hijo me penetró el ano con maestría y yo lo acepté con la misma maestría que el estaba empleando para penetrarme. Nunca he conseguido tantos orgasmos en mi vida, el acto sexual con mi hijo va cada vez mejor y yo me encuentro cada día más feliz y bonita, mas satisfecha, más sexy y más activa. A partir de ese día mi hijo Jorge y yo hacemos el amor cada día, y nos hemos vuelto unos expertos en el sexo anal, nuestro preferido.

Es puta y qué

Después de la golpiza que me dio mi Enrique mi marido, me calmé un poco en mis aventuras, tenía como un mes que nada de nada, ni siquiera con él, ganosa le llamé a Oscar mi concuño, me dijo que no podía visitarme pues tenía una despedida de soltero, triste colgué el teléfono, pero unos minutos después me llamó para decirme que si lo acompañaba, que sería la que atendiera y pasaba lo que yo quisiera, me gustó la idea, nos vimos en el estacionamiento comercial, antes de llegar a la fiesta me llevó a una sex shop, me compró un body negro con vivos y encaje negros, además de liguero y medias negras, como yo iba a atender a los muchachos, también compró un mandil que no me cubría nada, parecía sirvienta de películas pornográficas.
Se alborotaron cuando me vieron llegar felicitando a Oscar por la idea, todos empezaron a manosearme lo que querían, otros me abrazaban y besaban cachondamente, había música, bebida y comida, y para mí un bufete de vergas jóvenes, yo servía alegremente mientras bebíamos, luego de un buen rato ya al calor de las copas, el festejado quería llevarme a un privado, le dije que enfrente de todos, que no me importaba, tímidamente sacó su verga, la toqué y acaricié para luego agacharme y mamársela rico, me levanté poniendo mis nalgas a la vista de los demás, que aprovecharon para tocarlas a placer, luego me llevó al sofá se sentó y me dio un condón, se lo puse y me senté sobre él, al sentir su verga dentro empecé a mover mis caderas en círculos, y rápido se vino, con mi boca quité el condón mientras uno acariciaba mi raja húmeda para luego cogerme, así me quedé sintiendo unas manos en mi cadera, toqué esa verga y constaté que traía condón, éste que me cogía me nalgueaba fuerte, me provocaba dolor, eso me incomodaba, le decía que no lo hiciera, pero seguía, quise quitarme pero me sostuvo con fuerza dándome otra nalgada que me dolió mucho más, Oscar vio mi malestar y le advirtió que si seguía así me marchaba, mi macho se impuso y el cabrón entendió, hasta sentí que su verga se bajó y batalló para seguir hizo como si se eyaculaba, pero me di cuenta que fingía. Otro ocupó su lugar pero me sentó sobre él, me tomaba de las nalgas y me estrellaba en su verga, puse mis pies en el filo del sofá mientras los demás gritaban por lo que veían, me detuve un poco, saqué la verga de mi panocha y la coloqué en el ano, poco a poco la metí, ya toda adentro empecé a darme ricos sentones, en eso el más joven de todos se puso frente a mí y llenó con su verga mi panochita, empezaba a gozar el rico sandwich cuando el que me cogía por el culo se vino, y de enfrente también, pero no traía condón y se vino en mi vagina. Oscar solo miraba, en eso el festejado hizo a un lado a los demás, me levantó y me puso frente a él, como ea alto su verga me llagaba a la espalda, se agachó un poco para colocar su verga en mi culo que fácil aceptó su palo, me sostenía de las tetas, y yo apretaba mis nalgas para gozar la cogida, me levantó y puse mis pies en el respaldo del sofá cuando el cabrón que me nalgueaba se sentó frente a mi raja para mamármela delicioso, su barba rasposa me daba la sensación de ser violada, era un momento delicioso, una verga en mi culo y una lengua experta en mi raja, me vine tanto que casi me desmayo, se quitó y en eso el festejado sacó la verga de mi recto para agacharme y venirse en mi cara bañándome toda de semen caliente, al terminar aplaudieron gustosos.
Oscar se sentó a mi lado, me dio una toalla para limpiarme, platicamos, reímos y bebimos, fui al baño, me estaba lavando la cara cuando entró el que me nalgueaba, me tomó de la cintura, le dije que estaba cansada, según él solo quería que se la mamara y me agachó con fuerza, quise complacerlo, la tenía muy dura y parada, cuando pensé que se venía quise sacarla de mi boca pero no lo permitió, un chorro caliente y salado sentí que me ahogaba, la saqué y me di cuenta que se orinaba en mi cara, tragué sus meados, quise vomitarme, pero no fue para tanto, no sé que pasó que gustosa dirigí yo misma su reata orinando a mi cara y tetas. Terminó y se fue sin darme las gracias siquiera el desgraciado, ahí me quedé pensando en lo que había pasado, sentí que mis piernas se dormían y reaccioné levantándome para bañarme por completo.
Al regresar a la fiesta, Oscar me indicó que me sentara a su lado, pero los chicos me pedían que bailara con ellos, luego de un rato fui con Oscar, lo abracé tocando su vergota sobre el pantalón, él se dejó y la sacó, noté que los muchachos se sorprendieron del enorme palo que mi concuño se carga, y como si fuera mi trofeo, lo enseñaba y besaba, por más que intentaba no lograba tragarme en su totalidad su palo, Oscar me levantó como si nada, puso mis piernas en sus brazos, yo me sostuve de su cuello fuerte para rebotar en su palo, mis nalgas temblaban de gusto, y en la cogida sentía manos de otros acariciando mis nalgas, esa posición logra tocar todo mi ser y me hace tener orgasmos con facilidad, así que hecha una loca grité que me venía, y lo hice. Oscar me puso empinada en el sofá, se subió para darme una embestida trasera, de manera que sacaba y metía su verga por completo, sudábamos a chorros, luego se sentó y yo arriba de él me puse en la posición que él llama; "MI TRONO", "EL TRONO DE LA REINA DE LAS PUTAS", sentones deliciosos hacían que su verga me traspasara, con su mano acariciaba mi clítoris para hacerme venir otra vez, y lo logró, unos segundos después llenaba mi culo de su rica leche. Descansamos en el sillón, los demás nos rodearon y lo felicitaron, a mí también por aguantar tremenda verga.
Seguimos bebiendo, esa vez me puse borracha. Recuerdo que otra vez fui al baño, y de nuevo el que me orinó me sentó para hacerlo de nuevo, pero me coloqué en la taza empinada, y él regaba mis nalgas de orines calientes, creerán que estoy loca, pero esa experiencia de baño dorado me agrado, aunque no me ha sucedido otra vez.
Ya me vestía para marcharnos, cuando a alguien se le ocurrió poner su nombre en mi teta derecha, otro en la izquierda, en mis nalgas, pero Oscar sacó un marcador que luego supe de tinte indeleble, se agachó, abrió un poco mis piernas y en mis nalgas puso: "SOY PUTA Y QUE", los demás rieron y aplaudieron la ocurrencia de Oscar, cuando me regresó a la casa, saco un fajo de billetes, me los dio diciendo que era mi ganancia, eran cinco mil pesos, al parecer se cooperaron, no era mucho pero igual, no lo hice por el dinero, hasta gratis le complacía a mi macho sus caprichos. Pasaron varios días para poder borrar
Amigos, amigas, no piensen mal de mí, no es que me denigre ni nada de eso, es solo que cuando tengo sexo me entrego por completo y gozo como nunca, mi primer hombre fue mi marido, y con él en trece años de casada solo cuatro veces tuve orgasmos, ahora he tenido muchos más en una sola noche, a veces sin ser penetrada, solo mamando verga, a veces masturbándome, pero me es más fácil tener un orgasmo cuando me cogen por el ano, y lo disfruto.
MARLEN YADO URBINA.

viernes, 10 de junio de 2011

De niña a mujer. Los celos de papá

Mi tío estuvo varios días en casa y en todos ellos lo hicimos muchas veces. Me ponía a cuatro patas sobre la cama y me lo hacía bien duro.
Yo le pedía que no hiciese ruido. Sentía que la adrenalina se disparaba. Eran mayores la vergüenza y el dolor que el placer. Mis padres se iban a enterar. Seguro que mi padre lo estaba escuchando todo. Seguro que incluso nos había visto en la piscina. Seguro que si no decía nada era para no matar a mi madre de un disgusto.
Luego mi tío se tuvo que marchar porque sus aventuras por el mundo continuaban.
Desde la distancia mantuvo el contacto conmigo. Me enviaba cartas, me llamaba desde el extranjero, me enviaba joyas y regalos…demostraba día a día que no me olvidaba ni un segundo.
Yo hacía creer a mis padres que las llamadas eran de algún noviete de mi edad y las cartas y regalos eran solo una muestra inofensiva de cariño de un tío hacia su sobrina.
Pero no todo fue positivo: las consecuencias de aquel romance en mi casa fueron desastrosas.
Desde el día en que mi tío me desvirgó mi padre parecía otro hombre. Estaba todo el día de mal humor. Deprimido. Apenas hablaba con mi madre. Ambos se distanciaron y dejaron de ser la pareja unida de siempre. Estaba nervioso todo el día, como si un pensamiento insistente le estuviera taladrando el cerebro.
Mi madre no lograba averiguar lo que le pasaba. Yo lo intuía: mi padre sabía lo que había pasado. Sabía que mi tío me había follado. Yo me comencé a sentir muy mal. Tenía grandes remordimientos por haber puesto a mi familia en aquella situación.
Ahora mis padres dormían en cuartos separados y yo escuchaba a mi madre sollozar por las noches.
Mi papá, que se llama Diego, tiene su atractivo, con su barriguita, sus cincuenta y seis años y su pelo cano; pero unos bonitos ojos azules, cuerpo de gimnasio y piel bonita, de color canela.
Desde que ocurrió lo de mi tío, mi papá se estaba abandonando. Había dejado de hacer deporte y dejaba la barba crecer durante varias semanas. Parecía un ogro feroz.
En las comidas, único momento del día que pasábamos los tres juntos, él solo nos dirigía monosílabos y gruñidos.
Mi papá es un hombre conservador. Fuerte. Siempre fue severo y protector con su familia y estricto defensor de la fidelidad y los valores tradicionales.
Pero yo creo que ante lo que había ocurrido, que debía parecerle terrible, no sabía como actuar.
Entonces fue cuando descubrí la verdadera naturaleza del nerviosismo de papá. Lo que verdaderamente mi romance con el tío había suscitado.
Mi padre utiliza un ordenador para trabajar. Acababa de comenzar el curso escolar y el ordenador familiar estaba siendo utilizado por mi madre.
Como mi padre no estaba en ese momento fui a hacer un trabajo de clase en su ordenador.
Pulsé en "inicio" para dirigirme a ver "programas" y así buscar el Word. Pero por el camino dejé el ratón situado un instante sobre los últimos documentos abiertos.
Me sorprendí muchísimo cuando vi que varios de ellos tenían mi nombre:
"Lidia en bikini", "Lidia con el vestido rojo", etc.
Eran fotografías mías. Fotos en las que salía sola y que me habían hecho mis padres en los últimos años.
La situación era un poco desconcertante. Decidí espiar el pc de papá. En una rápida exploración descubrí que para mi padre eran búsquedas habituales: jovencitas (porno), relatos eróticos "incesto".
Me puse muy nerviosa. Que mi padre tuviera esa clase de fantasías era algo que no estaba preparada para asumir.
A partir de entonces estuve más atenta a la actitud de papá. Comprobé que me miraba furtivamente, que cuando estaba tumbada en la hamaca de la piscina miraba mis piernas, que me observaba desde la ventana del baño cuando me paseaba con una pequeña faldita y un top por el jardín; que cuando me agachaba para coger algo me miraba los pechos, que poco a poco iban creciendo y alguna vez que estaba a mis espaldas le sorprendí a través del reflejo de la ventana mirándome el trasero con cara libidinosa.
Una tarde en que me dirigí al baño de mis padres (prefería bañarme allí ya que es más luminoso y espacioso que el mío) me paré a poca distancia de las puertas. Escuchaba un chasquido constante, repetitivo y una respiración agitada. Abrí un poco la puerta y me encontré a mi padre con la polla en la mano. Estaba mirando un objeto que sujetaba mientras se masturbaba.
Yo debería haber cerrado la puerta corriendo. Pero no pude. Me quedé mirándole la polla asombrada. Era mucho más grande que la de mi tío. Nada más verla sentí que mis pezones se endurecían y mi vagina se llenaba de humedad.
Al darse cuenta de que yo estaba allí se giró dándome la espalda y ocultó el objeto detrás del bidet.
Me dijo, vacilante:
-Esto…Lidia…un momento. Ya salgo.
Se guardaba la verga y se arreglaba el pantalón deseoso de que yo no hubiera visto nada.
Yo me hice la tonta:
-Claro papi. Espero.
Entonces salió. Con la cara roja. Claramente abochornado. Se alejó rápidamente y yo entré en el baño.
Cerré la puerta y me precipité hacia el escondite de mi padre. Allí encontré una fotografía mía de gran tamaño, dormida, con un camisón blanco y sin braguitas. Mi atuendo corriente cuando me acuesto.
En la foto se veía claramente mi coñito, con mis piernas entreabiertas y mi culo respingón.
La fotografía había sido tomada una mañana temprano a juzgar por la luz, y no hace mucho, tal vez ese mismo día.
Más tarde, escuché una conversación que mi madre tenía por teléfono con una amiga. Mi madre hablaba con un tono lastimero:
-Te lo juro Toñi, hay otra mujer. Estoy convencida. Otra cosa no tiene sentido. Lo conozco bien.
Las palabras de mi madre y las actitudes que había observado en mi papá me persiguieron esa noche. Y mientras daba vueltas en la cama tratando de acostarme buscaba una solución a los problemas de mi casa. Para que todos volviéramos a ser felices y vivir en harmonía. Pero no se me ocurría nada. A pesar de mi sentimiento de culpabilidad no pude evitar excitarme con la situación.
Mis bragas estaban muy mojadas. Dirigí mis dedos a mi clítoris y lo rocé hasta que experimenté alivio a mi ansiedad.
Al día siguiente me dí cuenta de que mi padre estaba muy pendiente de todos mis movimientos. Una de las veces que fui a hacer pipi en el baño de abajo, se me ocurrió que tal vez mi padre me estaba espiando. Cuando me había bajado las braguitas dirigí mi mirada hacia la ventana y podría asegurar que allí, mirándome desde fuera, por el hueco que la cortina dejaba, estaba observándome papá.
Aquello me excitó. Así que tuve el deseo de dejar más a la vista. Me desnudé entera y me situé de espaldas a la ventana, al pie de la bañera. Me puse con el culo en pompa haciendo como que quitaba el tapón para darme una ducha. Luego abrí el grifo y comencé a ducharme, echando la cortina solo un poco, dejando todo a la vista de papá. Mientras el agua resbalaba por mi cuerpo me enjabonaba con la mano, recorriendo mis pechos, la raja de mi culito y mi vagina.
Cuando llegué a mi coñito comencé a frotarlo deliberadamente, poniendo cara de placer.
No sabía porqué estaba haciendo aquello. Me sentía mal por poner a papá y a mamá en esa situación. Pero a la vez estaba muy cachonda. Mi padre era un hombre que me deseaba y yo también lo deseaba a él. Deseaba ver otra vez su gran polla.
Otro de esos días estábamos papá y yo solos en el salón. Papá se levantó a coger sus gafas de lectura. Yo me había excitado recordando el pene de mi padre, grande y venoso. Entonces me levanté y le dije:
-Tienes un bichito en el cuello de la camisa.
Aproveché la ocasión para abrazarle de puntillas. Rodear su cuello mientras con una mano fingía quitar el bicho.
Pegué mi cuerpo al suyo sonriendo y le di un besito en los labios. Un besito de hija, pero tal vez un instante más largo de lo común. Un beso lleno de ambigüedad.
Una noche de esa semana mi mamá se quedó a cenar con una vieja amiga y papá y yo teníamos que cenar a solas.
Me senté en la silla que había a su lado y cogí el bote de Ketchup para echárselo a mis patatas fritas. Fingiendo un descuido le derramé un poco en el pantalón, justo en la entrepierna.
Antes de que le diera tiempo a reaccionar me levanté:
-¡Perdona papi! Voy a por un trapo. Espera.
Fui a la cocina y regresé con un trapo mojado.
Mi padre continuaba sentado en la silla y la había separado un poco de la mesa.
Me arrodillé entre sus piernas y acerqué mucho mi cabeza a su cuerpo, como si no viera bien la mancha. Dejé que papá viese mis tetas sin sujetador bajo la fina camiseta azul. Mis pezones eran pequeños, rositas y puntiagudos.
Comencé a limpiar la mancha lentamente.
Como eran pantalones de verano la tela era más fina que la de unos vaqueros.
Comencé a rozar con el trapo la zona manchada y mientras me auxiliaba con la otra mano. Apretando la tela. "Para ponerla más tirante y facilitar la limpieza". Se trataba de una excusa para rozar su pene y apretarlo con mi mano.
Aprovechaba también para acercar mi nariz a su pantalón. Tratando de oler su pene. Tenía curiosidad por saber si su olor y su sabor serían como el del tito Jorge.
Papá comenzó a moverse en la silla para facilitar el rozamiento. Y su bulto crecía rápidamente.
Yo de vez en cuando le miraba a la cara, a escasos centímetros de su paquete, y le sonreía.
Entonces comencé a desabrochar su pantalón.
Papá me dijo alarmado:
-¿Qué haces, niña?
Yo le dije con inocencia y tono repipi:
-Papi, así no te lo puedo lavar. Necesito quitarte los pantalones para lavártelo bien.
Su pene ya estaba muy duro debajo de la ropa. Cuando le desabroché el pantalón aproveché para introducir mi mano y cogérsela. Con cierto disimulo.
Papá me miraba sorprendido. Comprendiendo que aquello no era una simple limpieza. Y yo le miraba a él. Con mis grandes ojos claros, como los suyos. Arrodillada y a sus pies.
Papi se puso de pie para facilitar la tarea y sus pantalones cayeron al suelo.
Mis pulsaciones aumentaron su velocidad. Papá respiraba muy agitado.
Ahora yo estaba de rodillas con la polla de papá tiesa bajo los calzoncillos delante de mi boca y sus pantalones manchados de Ketchup en el suelo.
Podía hacer dos cosas:
Hacer como que si no hubiese pasado nada, coger los pantalones y lavarlos; o terminar con el juego y el disimulo y jugar con su pene que parecía estar llamándome.
Opté por la segunda.
Sin más preámbulos le bajé los calzoncillos y me metí su pene en la boca.
Papá abrió los ojos de par en par. Y yo comencé a meter y sacar su gran polla de mi boquita.
Al principio solo me cabía hasta la mitad. Pero poco a poco comencé a conseguir que entrase más.
Él me acariciaba el pelito mientras me decía:
-Sigue, hijita, sigue así.
Jugueteaba con mi lengua recorriendo el tronco de su verga mientras la engullía.
Él movía la cadera adelante y atrás provocando que a veces entrase más polla de la que mi garganta podía asimilar.
-Como me gustas, cariño- me decía.
Su pene estaba durísimo y yo lo lamía intentando que no se notase mucho mi inexperiencia. Poniendo en práctica lo poco que me había dado tiempo a aprender en un par de mamadas al tito Jorge.
Pero parece que fue suficiente para poner a mi padre a tope.
Bruscamente me la sacó de la boca y me dijo:
-Quítate toda la ropa.
Yo le hice caso y me desnudé mientras mi padre quitaba las cosas de la mesa de la cocina.
Entonces me levantó como si fuese una princesa y me puso sobre la mesa, tumbada boca arriba.
Yo sentía la dura madera en mi espalda. Mi papá separó bien mis piernas y me puso pegada al borde de la mesa.
-Ahora vas a ver lo que es una polla de verdad. Y no la de ese cretino.
Mi coñito estaba bien abierto y lubricado. Preparado para recibir a papá.
Yo estaba un poco preocupada de que mamá pudiese llegar y sorprendernos así. Pero sabía que posiblemente llegaría tarde, porque había salido con su amiga y papá y yo habíamos cenado temprano.
Entonces mi papi dirigió su pene a mi coñito expectante y comenzó a entrar.
Me dolió tanto como la primera vez. Tal vez porque el tamaño era mayor, aunque yo había pensado que la del tito era grande, ahora veía que había pollas mayores.
-Aguanta, mi vida, el dolor se pasa pronto.
Varias veces creí que ya me la había metido entera. Pero aún quedaba más. Yo le decía:
-¡Ah! Duele, papi.
Y él me contestaba:
-Aún no ha entrado del todo. Pero te la meto despacito, tranquila, mi niña.
En cuatro envestidas terminó de entrar.
Me dolía bastante. Tras cada envestida paraba un poco para que mi vagina se acostumbrase a él. Mi coño se abría y se cerraba. En contracciones. A causa de la excitación.
Cuando se estrechaba la sensación de estar completamente llena de polla era mayor aún.
Papá se quedó quieto un ratito con su pene totalmente dentro de mí. Hasta que yo comencé a sentir más placer que dolor y a mover mi cintura.
Entonces él empezó a meterla y sacarla de mi cada vez más rápido.
Me tomaba de las caderas para aproximarme aún más a su pene.
Las penetraciones eran profundas y yo no podía evitar gritar:
-¡Ah!, ¡Ah!
A mi padre eso le excitaba. Y me miraba la boca y las tetas mientras me follaba.
Mientras me lo hacía llevé mi mano a mi clítoris para acariciarme. Estaba extremadamente excitada. Sentía que iba a alcanzar el climax. Por su rostro desencajado pensé que él también.
Le dije:
-Papi, estoy muy caliente, creo que me viene el orgasmo.
Su pene se puso más duro aún y comenzó a agitarse en mi interior con intensidad.
Entonces papá paró de golpe.
-¿Porqué haces eso, papi?- le miré entre enfadada y perpleja.
-Lidia ¿el capullo ese te la metió por el culo?
Yo le dije muy asustada:
-¡No! Por el culo no. Me vas a partir.
Su mirada estaba llena de ira. De rabia y de celos.
-¡Contéstame!, ¿desvirgó tu culo?
Tímidamente, un poco intimidada por su rabia le contesté:
-No, papá. Soy virgen en mi culito.
Entonces él sonrió con maldad.
-Vamos al sofá del salón.
Cuando llegamos allí me dijo:
-Ponte a cuatro patas y separa tu culo dejándome ver bien tu raja.
-¡No papi, porfa!- le dije bastante asustada.
-Ponte como te he dicho, Lidia- me lo dijo muy serio y le obedecí.
Me puse con el culo en pompa y separé mis cachetes con mis manos.
Él me golpeó el trasero con la palma de la mano varias veces.
-¡Ah!
-Es un pequeño castigo por follar con ese imbécil. Ahora voy a desvirgar tu culito antes de que lo haga otro.
-¡No, no!
Entonces me la metió enterita en el coño para lubricarla bien y puso la puntita en el agujerito de mi culo.
Yo continuaba diciendo:
-¡No, no!
Entonces apretó un poquito y sentí un enorme dolor. La punta estaba abriendo mi entrada y grité:
-¡Duele!, porfa, suave. Suave.
-Aguanta, Lidia, es como lo de antes. Luego te va a gustar.
Pero mientras me la metía el dolor era espantoso. Los momentos en que su pene se adentraba en mi esfínter se me hicieron eternos. Iba muy despacio y tal vez eso hacía que doliese más.
-Tranquila. Ya está la mitad.
Entonces procuré una salida desesperada:
-¿Y si llega mamá?
A papá no le hizo ninguna gracia el comentario. Y en respuesta me clavó en un solo golpe todo lo que quedaba por entrar.
-¡¡Ah!!
Apreté los dientes. El dolor fue desgarrador y dejé caer mi cuerpo hacia adelante. Incapaz de sostener mis fuerzas por más tiempo. Perdí la visión por un instante. Me quedé como una muñeca de trapo. Y papá me manejaba a su antojo.
La metía y la sacaba cada vez más rápido y mi culito se acostumbraba a su gran miembro.
Mi cuerpo entero se sacudía con sus envestidas. Me fui excitando cada vez más.
Comencé a gemir y llevé mi mano a mi clítoris para acariciarme.
Llegué a un maravilloso orgasmo con el pene de mi papi en el culo.
-Me he corrido, papi.
Entonces me propinó tres grandes y rítmicas envestidas, sacando y metiendo la polla entera.
-Te estoy llenando de leche, pequeña.
Su pene se agitaba en mi interior y sentía como una especie de succión mientras un líquido me invadía.
Papá permaneció aún un rato dentro de mi. Su pene se agitaba todavía e iba poco a poco perdiendo dureza. Luego me la sacó y dolió un poco.
Al sacarla un poco de semen salió de mi interior resbalando entre mis muslos.
Fuimos a la cocina y nos pusimos la ropa.
Apenas unos segundos después sonaron las llaves en la puerta del salón.
Mamá había llegado. Vino a la cocina.
Lo primero que miró fueron los platos que estaban retirados sobre la encimera.
-¿No habéis cenado mucho, no?, parece que si no estoy aquí los niños no comen- dijo en tono de broma.
Luego se fijó en el líquido blanco que caía entre mis muslos.
-Lidia, te has manchado de leche, peque.
Luego miró el pantalón de mi papá y le dijo:
-Y tú de Ketchup.
Puso los ojos en blanco y dijo:
-Menudo par de desastres- y se echó a reír.
Luego añadió:

-Me ha telefoneado el tito Jorge. Muy pronto nos hará otra visita.